El
conocimiento libre siempre está en peligro. Antaño habría que preocuparse por
los Cratones, los Ecemales y los Magísteres, y hace poco asistimos
con horror a la cruenta guerra que se los llevó por delante. Algunos murieron y
sus cuerpos fueron inmolados junto a un cascado ordenador. A los guerreros supervivientes,
antaño tan viriles con sus plumas en la cabeza, se les puede ver todavía, cuando cae el crepúsculo, ciegusjaimeando algo de comer y un poco de cariño entre las basuras y los campos humeantes.
Uno esperaría, ante los desastres provocados por tamaño
ardor guerrero, que la Cardenala mostrase sus galones, pero el mal surge donde
menos se espera, y un nuevo matriarcado está a punto de consolidarse. El
silencio de la Cookie y la nueva servidumbre de Edmenb, deberían darnos la
pista:
¡¡La Fierucci!! La dulce joven que nos ganó a todos con
sus encantos, no está satisfecha con el coro de púberes reverzotes que la
cortejan en vano a través del IRC. Ahora quiere imponérnoslos como bibliotecarios. El horror que puede desatarse se augura superior a lo que jamás
hayamos visto.