¿Qué pasa cuando a un usuario novato o poco conocido le borran por la cara (según el señor Durero, “no hubo ningún combate de Huito”) un par de artículos en los que está trabajando?
Pues que, entre curioso e indignado, trasladará su queja ingenuamente al café donde atraerá la atención de alguna sesuda ¿editora? ¿aspirante a bibliotecaria?, que tiene por costumbre pasarse por esa página hasta para preguntar la hora, que la susodicha, meneando la cabeza de un lado a otro desaprobatoriamente, dirigirá al nuevo a la discusión del bibliotecario-quema-libros, que será allí donde cometa la intolerable falta de importunar con sus molestas preguntas y su insolente descaro, y que los artículos, por supuesto, continuarán en el limbo wikipédico para los restos.
PS: Posteriores reclamaciones no sirven para nada. Lo borrado, borrado esté. ¡Por mis botones, oiga!
No hay comentarios:
Publicar un comentario